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Al sureste de Turquía existe una ciudad denominada Batman, cuyo alcalde, Hüseyin Kalkan, se ha propuesto demandar judicialmente al director de la película El Caballero Oscuro por uso ilegítimo de nombre.
Nuestro valeroso munícipe se enfrenta, sin aptitudes sobrehumanas de ninguna clase, a la injusticia de ver cómo el topónimo de su ciudad ha sido arrebatado por un adinerado caballerete encapuchado con pinta de murciélago, que se pasea en un vehículo no homologado, se refugia en una baticueva y mantiene una dudosa relación con su ayudante menor de edad.
Por si fuera poco para la noble y centenaria villa turca, los batmanienses que viven en el extranjero, especialmente en Alemania, no pueden usar Batman como denominación comercial de sus restaurantes o negocios, ya que rápidamente se ven rodeados por los abogados de la productora que posee los derechos de propiedad intelectual correspondientes.
No sabemos si el humilde edil turco logrará derrotar a los esbirros del pintoresco superhéroe de Gotham. Su destino parece ligado al de Joker, el superenemigo que ineluctablemente acaba derrotado en cada aventura. Pero ya antes otros alcaldes han conseguido enfrentarse a poderes superiores y defender su honor con éxito, como el de Zalamea en el Siglo de Oro español.
Si Pedro Crespo consiguió vengar el ultraje sobre su hija prendiendo, juzgando y ajusticiando al pérfido y abusón Don Álvaro dándole garrote, ¿por qué no podría hacer lo mismo el alcalde de Batman? Desde aquí le deseamos buena suerte en turco: ¡Iyi sanslar!
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