Registradores y asaltadores de dominios
29 octubre 2005 · 4:21 PM
En octubre de 1995, Stephen Michael Cohen, un timador internacional de reconocido
prestigio,
envió una carta falsificada al registrador
Verisign solicitando que se pusiese a su nombre el jugoso nombre de dominio
Sex.Com por habérselo comprado, según decía, a su propietario. El ardid no fue precisamente un alarde de sofisticación tecnológica: Cohen se limitó a mandar la carta falsa y a hacer una llamada telefónica al registrador haciéndose pasar por el dueño, y eso le bastó para que Verisign realizase la transferencia sin ninguna comprobación ulterior. Una treta defraudatoria que ahora llamamos con cursilería
ingeniería social.
No le iba mal al tal Cohen, a juzgar por la mansión mejicana en la que
acaba de ser detenido. Pero el asunto no acaba ahí. Un tribunal de California
ha condenado a Verisign a indemnizar al dueño legítimo de Sex.Com por su
negligencia en la protección del dominio. La cosa recuerda a los carteles que colocan los responsables de algunos garajes, en los que declinan cualquier responsabilidad por los robos que se produzcan en los vehículos bajo su custodia. Afortunadamente, eso sirven de poco ante un juez, que se rige por las normas del Derecho, y no por los cartelitos de las paredes.
Si yo dejo mi dominio en manos de un registrador, lo menos que puedo esperar es que, además de defenderme ante
crackers y demás lumpen del ciberespacio, no se deje engañar por el primer trilero de feria que pasa por la puerta. Ya lo dijo Anaxágoras
: "Si me engañas una vez, tuya es la culpa; si me engañas dos, es mía".
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