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Me encantan las historias de chapucillas policiales, como ésta sucedida en Irlanda. Las autoridades de tráfico andaban a la zaga de un tal Prawo Jazdy, un misterioso conductor polaco que acumulaba centenares de multas por exceso de velocidad y mal aparcamiento. Cada vez que le detenían, el tipo mostraba su carnet de conducir de Polonia, y conseguía zafarse de las sanciones con un truco bastante simple: la dirección postal que aparecía en su permiso era distinta en cada ocasión.
Al cabo de un tiempo, algún sargento habilidoso con la base de datos se dio cuenta del pastel: Prawo Jazdy no es el nombre y apellido de ningún fulano, sino que significa permiso de conducir en polaco. Cada vez que los agentes sancionaban en carretera a algún conductor de esa nacionalidad, éste les exhibía el documento y aquellos anotaban las palabrejas que figuraban más visibles, confundiéndolas con un nombre propio.
No hay foto de la cara que se les quedó a los agentes firmantes de las denuncias cuando se apercibieron de su patanería. Lástima. En todo caso, amigo lector, si eres conductor y sufres resignado la inclemencia recaudatoria de las autoridades de tráfico, grita conmigo: Prawo Jazdy, ¡eres nuestro héroe!
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