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En un pleito que se estaba sustanciando en Tejas, los abogados no conseguían ponerse de acuerdo sobre el lugar donde había de celebrarse el interrogatorio de un testigo. Una parte alegaba que el acto debía tener lugar en el foro del tribunal, San Antonio, y la contraria insistía en que debía ser la ciudad donde está radicada la empresa demandada, Bentonville, Arkansas.
Harto de la discusión, el juez ha adoptado una decisión salomónica: el testigo declarará en las escaleras de un edificio federal situado en la calle que hace justamente frontera entre los dos Estados. No sin cierto choteo, el magistrado ha ordenado que durante la vista los letrados se sienten cada uno en la acera respectiva.
Esto sí que es tirar por la calle del medio...
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