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Una paradoja legal clásica

12 octubre 2005 · 1:07 AM

ProtágorasSe cuenta que allá por el siglo V a.C., Protágoras acordó con uno de sus alumnos de Derecho, Euathlos, que éste le pagaría sus clases con el dinero que ganase en su primer pleito. Ambos quedaron contentos con el pacto y cuando el alumno terminó sus estudios, colgó una placa en la puerta de su casa ofreciendo sus servicios como abogado.

Sin embargo, pasaban los meses y Euathlos no conseguía ningún cliente. Entonces, frustrado por la tardanza, Protágoras decidió demandar a su antiguo alumno.

La argucia de Protágoras era impecable. Se abrían dos posibilidades: ganar el juicio, en cuyo caso su antiguo alumno sería obligado por el tribunal a pagarle las clases, o perderlo, en cuyo caso Euathlos habría ganado su primer pleito y quedaría por tanto obligado a satisfacer la antigua deuda en virtud del pacto original. Con ambas opciones Protágoras saldría vencedor.

Pero cuando le tocó hablar en la vista, Euathlos sorprendió al tribunal con una defensa tan llamativa como lógica: "Existen en efecto dos posibilidades. Si pierdo el juicio y gana Protágoras, en tal caso seguiré sin haber ganado un juicio en mi vida y por tanto no tendré que pagarle las clases en virtud de nuestro viejo pacto. En cambio, si gano el pleito, el tribunal dictaminará que no tengo que pagarle nada. En ambos supuestos, quien saldrá vencedor seré yo".

¿Quién de los dos tenía razón?



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6 comentario/s:


Anonymous navegante:

Este es una ejemplo clásico de aparente paradoja, sin embargo tiene fácil solución, incluso varias igualmente razonables, en la primera de ellas se nota que Protagoras no tenia derecho a iniciar acción en contra de su alumno, pues no se había cumplido la condición para la exigibilidad de este (el primer caso del alumno), de esta forma el tribunal debería de negar incluso la acción y no habría juicio. Por otro lado notamos mala fe por parte de ambos litigantes, pues primero se someten al arbitrio de un tribunal, pero solo acatan sus sentencias si estas les favorecen, si no invocan el cumplimiento del contrato, de cualquier forma el tribunal debería (como en cualquier tribunal moderno) obligar a la parte perdedora a pagar, mediante el uso de la fuerza inclusive. Saludos.

2:19 AM  

Anonymous Martínez:

Esto no es lo mío, pero creo que se sobreentiende que es el dinero que ganase "pos sus servicios profesionales" en su primer pleito "en que ejerciera". En ese caso Protágoras no cobraría nada, porque Euathlos se representaría gratis.

10:01 PM  

Anonymous E.:

La verdad es que siempre que me han planteado esta paradoja (aunque a mí me habían dicho que Euathlos pagaría cuando ganara su primer pleito, lo que tiene más sentido, porque tal como lo planteas tú bastaría que Eualthos prestara sus servicios gratuitamente -o se representara a sí mismo- en su primer pleito para salirse de rositas), yo no he sabido verla como tal.

Como yo lo veo, la cosa se produce tal que así.

1º. Prota y Euat acuerdan que el segundo pagará un servicio ya prestado por el primero, cuando se cumpla una condición, a saber, que Eual gane su primer pleito.

2º. Prota demanda a Euat. Habemus pleito.

3º. Prota acierta cuando dice que gana en todo caso.

a) Si el tribunal por hache o por be falla a su favor, Eual será condenado a pagar las clases, extinguiéndose su obligación contractual.

b) Si, como del enunciado parece resultar, Eual no impidió voluntariamente el cumplimiento de la condición, el tribunal fallará a su favor y desestimará la petición de Prota por no haberse cumplido la condición estipulada en el contrato. Pero, y ahí está la gracia, firme la sentencia y terminado el pleito, la condición queda cumplida y Prota puede reclamar de Eual que le pague las clases. Si Eual se niega, podrá demandarle nuevamente -habiéndose alterado la situación de hecho- exigiendo el cumplimiento del contrato y el Tribunal tendrá que darle la razón porque entonces sí que se habrá cumplido la condición.

En fin, que no veo la paradoja por ninguna parte.

10:35 PM  

Anonymous E.:

ADDENDA. He descartado la aplicación del 1115 Cc, porque a) el Cc no era aplicable en la Grecia del s. IV, y b) la cláusula no implica que Euat tenga que actuar en el pleito como demandante ni como abogado, ergo el cumplimiento de la condición, en rigor, no depende exclusivamente de su voluntad. Dixi. Pixi.

10:43 PM  

Anonymous Estudiante:

Desde mi punto de vista, la raíz del problema reside en el hecho de que a la hora de pactar la condición las partes no han establecido expresamente un límite temporal, con lo cual como Euat. todavía no ha cumplido la condición (ganar su primer pleito), Prota. no puede exigir nada; en consecuencia no dispone de acción para reclamar. Ello no quiere decir tampoco que el tiempo para cumplir la condición sea indefinido, sino que debe transcurrir un tiempo que sea acorde con la naturaleza de la condición.

6:05 PM  

Anonymous Anónimo:

Bueno, creo que falta quizás un reconocimiento imposible en un blog como éste y quizás en ninguna sociedad basada en una serie de normativas y contratos que se quieren justos y racionales. Quizás Protágoras quiso poner de manifiesto que la pretensión de hacer justicia nunca se puede llevar a cabo, porque según desde la perspectiva que se aborde el problema es tan razonable que gane un litigante como que gane otro.

En la realidad no suelen haber equilibrios tan perfectos y gana no el que tiene a la razón y la justicia de su parte sino el que tiene más pruebas, puede pagar mejores abogados y encuentra más falsos testimonios que presentar como testigos. Al menos los griegos se representaban a sí mismos, como exigencia democrática y aunque ya había los que les escribían los alegatos, eran ellos quienes debían tomar la palabra de defensa o de acusación. Sabían mucho de paradojas, por eso muchas decisiones las sometían a sorteo.

Según Platón cuando a Sócrates le dijeron que propusiese una pena en lugar de la de muerte que solicitaban sus acusadores, éste, propuso que como pena se le concediese "la manutención en el Pritaneo" (esto es, la alimentación de por vida a costa del erario público en los comedores habilitados para los benefactores de la ciudad). Como no propuso una pena más suave, por ejemplo el destierro y el tribunal (de cerca de 500 ciudadanos) estaba obligado a elegir entre las dos penas, se puede decir que forzó su condena a muerte.

Otro planteamiento que pone en cuestión todos los presupuestos de la cultura legal que heredamos del imperio romano y del cristianismo es la siguiente: "Nadie merece ninguna pena porque cualquiera en sus circunstancias hubiese actuado del mismo modo". Suponemos entonces una férrea causalidad y que no existe eso que se llamó libre arbitrio, voluntad o libertad individual.

Las paradojas no son aparentes sino que lo son sus resoluciones.

Un saludo y
salven a quien puedan

10:59 PM  

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